La veía allí tan solitaria en el viejo cementerio, ese que el clima tanto había castigado, matando sus flores y sus hierbas, secando la tierra. Esa rosa se encontraba ahí con toda esa incomparable belleza y Maite la miraba sin poder hacer nada para que las pocas personas que transitaban por las tumbas notaran tan milagro de la naturaleza.
Era un pecado, tanta belleza guardada bajo el celo cruel de las paredes de un lugar que servía de reposo a los envases de tantas almas.
Era la mística rosa que tanto había inspirado a Maite a escribir sus más bellos poemas de amor. Esos que había enviado por correo anonimamente a mucha gente que ella sabía que sufría, con un remitente que citaba: "De parte de un corazón que aún puede sentir".
Era la misma flor que dibujaba con lápiz negro en la contratapa de su cuaderno de escuela mientras no prestaba atención a la profesora que le contaba que este mundo se dirigía a un ocaso seguro.
Maite la tenía frente a sus ojos. Y la había encontrado frente al lugar donde su madre yacía muerta. Oh! cuanto extrañaba Maite a su madre. Cuantos recuerdos, cuantas palabras sin decirse. Y ahora, justo en el lugar más triste y sombrío, se encontraba la flor que según ella, salvaría su vida. La salvaría de su soledad.
Pensó: "Este no es lugar para una flor. Aquí a la intemperie, sola y abandonada. Un lugar donde el sol no puede más que quemarla".
Entonces Maite decidió llevarla a otro lugar, con buena tierra, luz y agua. Donde le pondría una campana de cristal para que nadie la dañara. Un lugar donde ella tocara su violín para que la bella rosa escuchara y se deleitara. Donde ningún animal salvaje o algún hombre salvaje la destrozara.
Maite se acercó a ella. Olió su fragancia fresca como la mañana. Y con sus delicadas manos la cortó del tallo.
La sostuvo en sus manos apretándola a su pecho, como si abrazara todo lo que siempre había amado, su corazón comenzó a latir más fuerte. Entonces la rosa que Maite había encontrado, simplemente se convirtió en un pájaro azul...y se elevó hacia el cielo. Como si el alma de la mamá de Maite, hubiera encontrado la forma de hacerlo.<